"A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba
del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos
acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una
mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda
la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en
todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había
transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida..."
"...Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a
esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al
mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los
que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis
extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad..."
(Fragmentos de "El Túnel" de Ernesto Sábato)
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